Introducción
La apnea del sueño es un trastorno grave del sueño y la respiración. Las personas que padecen dejan de respirar durante períodos cortos de tiempo cuando duermen. Estas interrupciones breves en la respiración pueden suceder hasta 400 veces cada noche. Si tiene apnea del sueño, los períodos sin respirar pueden perturbarle el sueño (incluso si no lo despiertan por completo) generando graves consecuencias a la salud. Con el tiempo, incluso si el trastorno se manifiesta en breves interrupciones del sueño y no se presenta como un “verdadero” desorden de la respiración, se considera un problema médico sustancial.
El síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS) es el desorden más común de la respiración mientras se duerme, afectando más del 10% de la población mayor de 65 años de edad en Estados Unidos. En nuestro medio no contamos con estadísticas aceptables de las personas que la padecen; sin embargo, se estima que más de 12 millones de estadounidenses tienen apnea del sueño. Los hombres, las personas con sobrepeso y las personas mayores de 40 años tienen más probabilidades de tener apnea del sueño. Sin embargo, puede afectar a personas de cualquier edad incluyendo niños.
El segundo desorden en cuanto a frecuencia es la apnea central del sueño. Este tipo de apnea del sueño está relacionado con la función del sistema nervioso central. Los músculos de la respiración no reciben la señal en la fase inspiratoria o bien el cerebro interrumpe las señales durante los períodos inspirativos.
La repetición de SAHS algunas veces en la noche o cada día, tras años, acaba por producir importantes alteraciones del sistema nervioso central, la irrigación miocárdica y cerebral afectando la circulación pulmonar y sistémica.
Debido a que algunos de los síntomas se producen mientras se duerme, es posible que la persona que duerme junto al afectado lo note primero. Se identifica el síndrome con la triada: hipersomnia diurna, ronquidos y pausas de apnea referidas por el cónyuge o por un testigo.
Además presentan otros trastornos neuropsiquiátricos como irritabilidad o fatiga, experimentan dolores de cabeza por la mañana, olvidos, cambios en el estado de ánimo y menor interés en las relaciones sexuales. Todo esto debido a la desaturación de oxígeno y a los despertares transitorios subsecuentes.
La fisiopatología en esta condición consiste en que la musculatura de la vía aérea superior pierde el tono y se presenta una permeabilidad inadecuada para el flujo de aire. Así, cuando la musculatura faríngea colapsa por su flacidez en el momento de la inspiración, el diafragma desciende provocando una presión negativa que hace mayor obstrucción del flujo del aire, como consecuencia se produce una apnea, cuando ésta es detectada por los quimiorreceptores, provoca bradicardia, vasoconstricción pulmonar y vasoconstricción sistémica, a la vez se in- crementa la presión intrapleural negativa para vencer la obstrucción faríngea. Finalmente la restauración del flujo provoca un ronquido estertoroso y un micro despertar subconsciente y transitorio, cuya repetición en la noche provoca un desequilibrio en el sueño impidiendo que sea verdaderamente reparador llevando a una disfunción cerebral.
La diferencia entre apnea obstructiva y apnea central del sueño es que en la apnea de origen central, el diafragma es el causante de la obstrucción al perder su actividad en la fase inspiratoria además de la obstrucción por la flacidez de la vía aérea superior.
La oclusión se ve favorecida por la flacidez e hipotonía muscular faríngea que se asocian con el sueño, especial- mente en algunas de sus fases y, sobre todo, cuando coexisten determinadas anomalías anatómicas o funcionales del tracto respiratorio superior.
Para hacer el diagnóstico deben presentarse simultáneamente los tres síntomas fundamentales: hipersomnia diurna, ronquidos y pausas de apnea referidas por el cónyuge. Se le debe hacer preguntas al familiar ya que muchas veces no es consciente el paciente de sus síntomas.
No todo roncador presenta SAHS. De los roncadores se estima que solo del 5% al 15% se debe por SAHS.
El diagnóstico del SAHS obliga a realizar diversas pruebas complementarias. El diagnóstico definitivo debe llevarse a cabo en una unidad neumológica mediante un estudio respiratorio nocturno. Pueden considerarse dos tipos fundamentales de registros poligráficos:
- La polisomnografía convencional, en la que se analizan simultáneamente las variables neurofisiológicas y las cardiorespiratorias y en la que la vigilancia del enfermo durante la noche, es continua. Se trata de una técnica que permite evaluar la repercusión de las apneas y de las hipoapneas sobre la función cardiorespiratoria y la organización del sueño.
- La poligrafía cardiorespiratoria nocturna, en la que se monitorizan el flujo aéreo nasobucal, los movimientos respiratorios toracoabdominales, la saturación transcutánea de oxígeno, la posición corporal, el electrocardiograma y, en ocasiones, el ronquido. Al no registrarse las variables neurofisiológicas no es posible estudiar la arquitectura del sueño, la duración de sus distintas fases ni el tiempo durante el cual el enfermo ha estado dormido.
Las recomendaciones no farmacológicas que se deben hacer a todo paciente son las siguientes:
- Suspenda por completo el consumo de alcohol o el uso de medicamentos para dormir. Estos relajan los músculos en la parte de atrás de la garganta y dificultan la respiración.
- Si usted fuma, deje de hacerlo.
- Si tiene sobrepeso, baje de peso.
- Duerma de lado en lugar de boca arriba.
El tratamiento más común para la apnea del sueño es la "presión positiva constante de las vías respiratorias" (CPAP, por sus siglas en inglés). En este tratamiento, se utiliza una máscara especial que cubre la nariz y la boca mientras duerme. La máscara mantendrá la vía respiratoria abierta agregándole presión al aire que respira. Esto ayuda a la mayoría de las personas que tienen apnea del sueño tanto central como obstructivo.
En ocasiones el tratamiento consiste en evitar factores de riesgo y modificación del estilo de vida y ayuda mucho el bajar de peso cuando éste es el problema principal. En muy pocos casos, se necesita cirugía para extraer las amígdalas o el tejido adicional de la garganta.
La apnea del sueño puede provocar graves problemas si no recibe tratamiento. El riesgo de tener presión arterial alta, insuficiencia cardíaca y un accidente cerebrovascular es más alto si el paciente tiene apnea del sueño grave sin tratar. También es más probable que tenga accidentes de tránsito si maneja mientras está somnoliento. Otras complicaciones relacionadas son: síndromes psiquiátricos, hipertensión pulmonar, insuficiencia respiratoria y “corpulmonales” crónico, hipoventilación alveolar crónica, cardiopatía isquémica, arritmias cardíacas y muerte súbita.
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